Primera directora mujer de la Unidad Penitenciaria Nº 1 de Olmos
Atípica, R. (2024) ‘Entrevista a Rosa Miño’, Revista Atípica, Agosto 2024, pp. 32–39.
Rosa Miño es oriunda de Entre Ríos y lleva 25 años trabajando en el Servicio Penitenciario Bonaerense. Desde 2023, se desempeña como directora de la Unidad Penitenciaria n°1 de Lisandro Olmos. Es la primera mujer en llegar a conducir una de las cárceles más grandes de la Argentina.
Revista Atípica entrevistó a Rosa en el complejo penitenciario. Durante la entrevista, conversamos sobre su historia de vida, de cómo es ser directora en una cárcel con población masculina, sobre el método de trabajo que implementa, y analizó la importancia de la política penitenciaria.
R.A: Rosa, queremos agradecerte por recibirnos y brindar una entrevista para la Revista Atípica que realizamos desde la Subsecretaría de Política Criminal. Para comenzar la entrevista, preguntarte ¿por qué decidiste ingresar a la escuela del Servicio Penitenciario?
Rosa: En primer lugar, les voy a decir la verdad, ni siquiera sabía que existían las unidades. Soy de Entre Ríos y a los 15 años fui a vivir a la ciudad de Buenos Aires por cuestiones laborales. Fui a trabajar a una casa de familia y vivía ahí. Siempre tuve en mi mente, desde chiquita, que para progresar tenía que estudiar, que ese era el camino. Entonces arranqué así: luchando, trabajando pero sin abandonar mis estudios. Terminé 4to y 5to año en un instituto privado que pagué yo misma, y después arranqué la facultad. Cuando inicié se me hacía bastante difícil porque trabajaba todo el día, entonces empecé a buscar salidas laborales inmediatas y carreras cortas. Conocí al que hoy es mi pareja y me dijo (él es de La Plata), que existía la Escuela de Cadetes y que si yo tenía el secundario completo podía hacer una carrera.
Vine a La Plata, me hice los estudios que pedían en ese momento, presenté todo, y rendí. De 800 postulantes que había en ese momento (1998), quedamos 14 chicas. Y bueno, así arrancó mi carrera en el Servicio Penitenciario.
R.A: ¿Cómo fue tu experiencia luego de egresar?
Rosa: Mi primer destino fue la Unidad 33. Ahí estuve durante 18 años, que es la mayor parte de mi carrera, y crecí profesionalmente. Luego durante algunos intervalos cumplí servicio en la Unidad 10, como subdirectora de administración, también en la Unidad 22 y en la Unidad 25 estuve un tiempo breve. Actualmente soy directora de la Unidad 1.
R.A: ¿Nos contás alguna situación que te haya impactado o marcado en tu trabajo?
Rosa: Trabajar con personas es todos los días vivir experiencias nuevas. Lo que más me marcó de la Unidad 33, mientras cumplía funciones de encargada de turno, fue tener que sacar un bebe fallecido. Fue muy duro y me impactó mucho personalmente.
Más allá de ese caso puntual, una tiene que ir sobrellevando muchas situaciones difíciles, mientras se trata de encontrar soluciones y de acompañar a las personas que están privadas de la libertad. Especialmente en el caso de las mujeres, que dependen mucho de nosotros, porque quedan en un estado de abandono estando detenidas. La situación del hombre es distinta porque tiene un mayor acompañamiento de la mamá, la esposa, la hermana. En cambio la interna mujer queda sola. La familia viene a verla cada tanto, porque quizás ella tenga otros hijos (de los que ellos se tengan que encargar), porque quizás viven lejos, o la situación económica tampoco les permite venir a verla todos los fines de semana. Entonces se complica bastante.
De alguna manera, terminamos siendo parte de su familia. Obviamente marcando el respeto y la línea de las reglamentaciones que tenemos que cumplir como funcionarios públicos, pero siempre estamos pendientes de ellas.
R.A: ¿Cómo es un día en la Unidad de Olmos?
Rosa: Llego a las 8 de la mañana y camino por el penal. Normalmente no estoy en la oficina, porque me parece que la mejor manera de conocer y ver las problemáticas que uno tiene en la Unidad es caminar, hablar con la gente, hablar con la población. Vengo a la oficina si tengo que firmar papeles y me voy de vuelta adentro.
Cuando acepté este cargo, el miedo mayor que tenía era con qué resistencia me iba a encontrar al hacerme cargo de este lugar. Porque toda mi vida estuve conducida por hombres y la mayor parte del personal que tengo son hombres. Pero bueno, después de 9 meses, puedo decir que siento el acompañamiento de todos mis compañeros, todas las jefaturas y toda la dirección. Pasa algo y estamos ahí, viendo cómo resolvemos los problemas entre todos.
Así es el día hasta las 7 u 8 de la noche. Todos los días. No descansamos ni los fines de semana, ni feriados… Siempre hay un responsable de la dirección en la Unidad y aun cuando volvemos a nuestros hogares a la noche, estamos pendientes con el teléfono constantemente.
R.A: ¿Cuánta gente trabaja en la unidad? ¿Cómo es la dinámica de trabajo?
Rosa: Actualmente hay 620 personas que cumplen tareas como personal penitenciario en la Unidad. ¿Cómo trabajamos? Como jefatura permanentemente estamos haciendo charlas, a las que llamamos “academias”. Se habla de todo: de seguridad, de asistencia y tratamiento, entre otras cosas. Y se habla con todos: con los jefes, con los oficiales, con los suboficiales. Y lo hacemos todos juntos, no somos de separar por rango porque trabajamos en la misma Unidad.
A veces el suboficial o el oficial que recién ingresa no ve ciertas cosas que se aprenden con la experiencia laboral. Por eso me parece importante hablar de lo vivido, de lo aprendido, de las cosas que nos han pasado, para que ellos se equivoquen lo menos posible a lo largo de su carrera. Si estamos todos en la misma frecuencia, el laburo es más fácil, más llevadero. Pasamos muchas horas acá. Somos una familia penitenciaria y es importante venir a trabajar contentos. Piensen que veo más a mis compañeros que a mi familia. Tengo un hijo de 9 años que a veces me reclama. Es difícil sobrellevar la carga familiar. Gracias a Dios mi esposo me acompaña en esto.
R.A: Rosa, contanos sobre el trabajo penitenciario. ¿En qué sentido dirías que es importante el trabajo del personal penitenciario?
Rosa: Si queremos lograr una mejor sociedad todos tenemos que aportar un granito de arena. Acá viene mucha gente a colaborar. Todos trabajamos en generar opciones, oportunidades. Las personas privadas de la libertad muchas veces están atravesadas por una niñez muy difícil. No todos tenemos la misma suerte o la misma capacidad para elegir un camino. Yo les hablo a los internos desde mi propia experiencia personal. Pasé por muchas necesidades y nunca elegí el camino de la delincuencia. Siempre hay otros caminos, hay que saber buscarlos.
R.A: En Olmos hay unas 2600 personas privadas de la libertad. ¿Cómo fue la recepción de ellos cuando vieron a una mujer a cargo de la Unidad? ¿Cómo reaccionaron?
Rosa: Primero noté que me observaban y se limitaban al “buen día señora, buenas tardes señora”. Después, de a poquito, empezaron a notar que todos los días camino el penal y que no le niego la palabra a nadie.
Con el correr de los días empecé a notar una buena recepción y se empezaron a acercar para hablar conmigo. Muchos de ellos nunca habían logrado hablar con un director de unidad. Si está a mi alcance, como dije siempre en mi carrera, voy a tratar de ayudarlos, porque es mi trabajo. Así es que empecé a ver las necesidades que la población tenía. Recuerden que es una cárcel muy grande, ediliciamente muy antigua (fue inaugurada en 1939). Hace 26 años, cuando yo arranqué, llegar al director era imposible. Afortunadamente, creo que con el correr de los años el Servicio ha cambiado.
R.A: El hecho de que la directora de una unidad sea mujer, ¿impacta de alguna manera en el cumplimiento de la cadena de mando?
Rosa: Desde el primer día transmití al personal cuál era mi forma de trabajo. También lo hice con la población de la Unidad. Recuerdo que me reuní con el grupo de los universitarios, que son los que más conocimiento tienen de las cosas que van surgiendo en la Unidad, les comenté que mi método de trabajo es resolver los problemas a través del diálogo, y les pregunté cómo estaban trabajando, en qué situación veían la Unidad, cómo se estaban manejando, etc. Y a partir de ahí nos pusimos a trabajar. Si surge algo hacemos mesas de diálogo. Yo también me involucro. Si me plantean tal cosa, bueno, voy y me fijo a ver si lo señalado es realmente así. En ese ida y vuelta yo noto un acompañamiento no sólo de mi gente, sino de la misma población. La primera respuesta no es actuar con escopeta, con gas pimienta, o con otro elemento similar. Nuestra primera herramienta es el diálogo para encontrar soluciones. Ellos saben que estamos para acompañarlos, pero siempre en la medida que todo sea bajo el marco del respeto. Cuando esto no sucede, se aplica la sanción que corresponda, a veces quizás incluso un traslado.
R.A: ¿Qué impactos tuvo la aplicación de este método de trabajo en la Unidad?
Rosa: Bueno, hay gente que entiende y acompaña este proceso, que está dispuesta a cambiar, y hay gente que no, porque quieren seguir en esta forma de vida. Dada la oportunidad, pasa a ser decisión de cada uno. Pero sí he notado, por lo que me cuenta la gente que hace muchos años que trabaja acá, que antes salían muy lastimados cuando había peleas o algún conflicto dentro de los pabellones, por problemas de convivencia. Hoy gracias a Dios, no te digo que no pasan cosas, que no pasan hechos de agresión, de violencia, pero han disminuido significativamente.
R.A: ¿Existen políticas con perspectiva de género en el trabajo penitenciario?
Rosa: De las 620 personas que tengo a cargo, 180 son mujeres. Mucha gente trabaja en la parte administrativa, pero muchas otras trabajan en la parte de seguridad, que es la guardia de seguridad exterior que se encarga de la seguridad de la unidad. Somos escalafón general y estamos para cumplir el mismo trabajo que un hombre.
Todavía no tengo personal femenino trabajando con la población, ese es uno de mis desafíos. Sí tengo una subjefa de requisa que trabaja en el penal, y hay mujeres trabajando pero no de manera constante en un pabellón, no a cargo de un pabellón. Tengo también a una jefa mujer a cargo de jóvenes adultos, que trabaja permanentemente en contacto con el interno. Entonces, no están a cargo de un pabellón, pero sí realizan tareas con los internos, ingresan a un pabellón o por ahí cuando salimos a hacer movimientos a los hospitales van mujeres también a cargo de un interno.
Por eso digo que uno de mis desafíos es que una mujer esté a cargo de un pabellón de hombres. Pero para llegar a eso tenemos que ir de a poquito, ya que es una Unidad que lleva muchísimos años siendo únicamente de penitenciarios hombres. Para que te des una idea, algunas mujeres están hace muchos años y no conocían la Unidad. ¿Cómo no van a conocer el lugar donde trabajan? Así que las he llevado a recorrer algunos pabellones, para que también observen el trabajo de sus compañeros.
R.A: ¿Qué violencias predominaban antes y cuáles persisten hoy?
Rosa: De acuerdo a lo que me informa la gente que hace muchos años trabaja acá, antes había muchos heridos de gravedad ante situaciones de violencia. Hoy en día eso ya no pasa. En todos los pabellones tenemos referentes y eso también colabora a evitar hechos graves de violencia. Por supuesto que seguimos teniendo problemas de convivencia, acá como en todas las unidades, como existe también a veces en nuestros hogares, pero no pasan hechos de gravedad que tengamos que salir corriendo al hospital porque quizás corre riesgo su vida.
Sí tenemos internos fallecidos, pero en muchos casos se debe a problemas de salud que ya llegan avanzados o son de larga data. Además la Unidad tiene la particularidad de recibir internos de todos lados.
R.A: ¿Y en términos de violencia por parte del personal penitenciario?
Rosa: Intento permanentemente hablar con el personal acerca del concepto de fuerza mínima indispensable. Porque a veces ocurren cosas que como todo ser humano nos enojamos y actuamos de más. Entonces les hago ver que tienen que actuar dentro de la reglamentación, porque los que van a estar sentados frente a un fiscal declarando van a ser ellos. Estamos logrando que las intervenciones se realicen sin producir lesiones.
Hay situaciones en las que tenés que actuar. Si el interno sigue en la postura de agredir al personal o a otro compañero, tenés que actuar sí o sí para evitar la agresión. El grupo GIE (Grupo de Intervenciones Especiales) que tenemos en la Unidad permanentemente interviene en primera instancia ante estos hechos de violencia. Estoy en permanente comunicación con ellos. Son profesionales que saben medir hasta dónde actuar y de qué forma. Pero también es importante que los directivos estemos presentes en el lugar cuando pasa algo.
R.A: En el año 2021 echaron a la cúpula de la Unidad. En la prensa se habló de venta de drogas, irregularidades en alimentos, causas de ciberdelito, comercialización de permisos para estudiar y trabajar, salidas para cometer delitos. ¿Cómo influenció esto en tu trabajo?
Rosa: Por supuesto que tenía todo eso presente cuando acepté este cargo. Sabía que era uno de mis principales desafíos. Y es algo que hablé con mis autoridadaes. Mis principios los tengo claros, de hecho mi forma laboral va de la mano de todo aquello que como funcionaria debo hacer, por lo que no permitiría ninguna irregularidad en la Unidad y debo reconocer y agradecer a mis superiores quienes permanentemente acompañan y me respaldan en cada accionar en esta Dependencia. Pero también soy consciente de que es una Unidad demasiado grande, es así que esta Jefatura de Unidad interactua de forma constante con el personal a fin de evitar cualquier conducta indebida, que todos puedan llevar adelante su trabajo de manera correcta en la función que emplean.
Respecto de las cosas que se dijeron y se dicen sobre esta Unidad, está la justicia para investigar. Por eso, como les decía, esto demanda caminar, observar, dialogar. Una de las cosas que siempre hablamos con nuestro personal, como así también con el internado, es que ante una conducta que no corresponda vamos a intervenir y se realizarán las actuaciones que correspondan.
R.A: ¿Podés mencionar alguna de esas irregularidades que hayas observado en estos ocho meses?
Rosa: Por ejemplo, en las fiestas de fin de año, alguien del personal entraba vodka en una botella. A partir de ese suceso, a todo el personal se le revisa el bolso cuando ingresa y egresa. Todos los días. Y he recibido acompañamiento desde que plantee que ésta era la forma de trabajar de acá en adelante.
R.A: Entonces, en definitiva, ¿es posible siendo mujer dirigir una cárcel de varones? ¿Y hacerlo con otra impronta?
Rosa: Todo es posible, tanto para un hombre como para una mujer. A las mujeres siempre se nos ha hecho bastante más difícil el trabajo. De hecho, cuando yo ingresé llegábamos hasta cierta jerarquía y hoy, gracias a Dios y con todos los cambios que se han dado, podemos llegar a la última jerarquía. Por ejemplo, hay muchas mujeres que son inspectoras generales hoy en día. Obviamente que todo depende de cada una, como mujer hablo. Uno cuando se hace cargo, asume ciertas responsabilidades. Debe estar presente, debe acompañar permanentemente, y esto tiene sus pro y sus contra. A veces dejás de lado a tu familia por el trabajo. No es fácil equilibrar en la vida esas dos cosas. Pero bueno, es lo que emprendimos. Y si hoy estamos acá, tenemos que tratar de dar lo mejor para lograr en algún momento una mejor sociedad, una mejor institución. Tenemos que ser comprometidos, responsables, leales, humildes. En el marco de la legalidad se logran un montón de cosas. El reconocimiento de tu gente, al menos para mí, vale más que una jerarquía. Que un personal te elija para que le entregues la última jerarquía, como me pasó el mes pasado, es algo que me llena. En esos momentos digo “no hice tan mal mi carrera, no enseñé tan mal, más allá de los errores que como humanos podemos tener”.