Testimonios de personas privadas de su libertad
El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, bajo el mandato de Julio Alak, impulsó la creación de 13 polos productivos en distintas unidades penitenciarias. Se trata de una inversión histórica, junto al plan de infraestructura, implica un camino de transformación del sistema penitenciario y tienen como fin mejorar las políticas de tratamiento en contexto de encierro, aumentar las posibilidades de reinserción social y bajar la reincidencia. Los polos productivos están equipados con maquinarias y tecnología, se realizan capacitaciones de oficios a través de cursos de formación laboral y profesional; tienen el acompañamiento de los ministerios de Trabajo, Producción, Salud, Ciencia e Innovación Tecnológica, Dirección General de Cultura y Educación y de la Fundación BAPRO.
A lo largo de estos últimos años, se conformó un polo industrial en la Unidad N° 1 de Olmos, tres polos textiles en las unidades penitenciarias de Los Hornos (UP N° 8), Florencio Varela (UP N° 32) y San Martín (UP N° 47). Se puso en marcha el polo industrial de mobiliario en Campana (UP N°57), y el próximo año funcionarán también en Bahía Blanca (UP N°4), Olavarría (UP N° 2) y Mar del Plata (UP N°15). A su vez, cuatro polos agropecuarios funcionan en General Alvear (UP N° 30), Magdalena (UP N° 35), Gorina (UP N°12) y Baradero (UP N° 11). También en Barker (UP N° 37) se desarrolla un polo textil dedicado a la confección de guardapolvos, y próximamente otro en Lomas de Zamora (UP N°40).
La política de creación de polos productivos se trata de una política educativa y laboral, tiene como objetivo generar procesos de inclusión social y laboral que comience en contexto de encierro y continúe en el medio libre. Cabe destacar que las personas privadas de libertad reciben un currículum que certifica las capacitaciones recibidas, las horas trabajadas y las herramientas adquiridas.
Insertos en el programa Más Trabajo, Menos Reincidencia del Ministerio, cuatro de estos polos instalados en las unidades penitenciarias Nº 1 de Olmos, Nº 8 de Los Hornos, Nº 32 de Florencio Varela y Nº 47 de San Martín, fabrican el kit del programa Qunita Bonaerense – Nacimiento con Equidad.
Revista Atípica visitó la Unidad Penitenciaria Nº 1 en Lisandro Olmos y la Unidad N° 8 de mujeres en Los Hornos para entrevistar a personas privadas de su libertad que trabajan actualmente en dichos polos productivos. Seis personas narraron sus experiencias, aprendizajes, y contaron el cambio en su vida cotidiana dentro de la cárcel.
Polo industrial en la Unidad N° 1 de Olmos
En la Unidad Penitenciaria N°1 de Olmos se puso en funcionamiento el Polo Industrial donde se producen los componentes que forman parte del programa Qunita Bonaerense. Cuenta con tecnología de última generación y el dictado de cursos de capacitación y formación laboral, donde se aprende a confeccionar todos los elementos del kit. El Polo está organizado en áreas: textil, carpintería, pintura, acopio y ensamblaje. Son más de 400 personas las que trabajan allí y producen 1400 kits por semana, junto a las unidades 8 de Los Hornos, 32 de Florencio Varela y 47 de San Martín. El diseño del moisés está avalado por la Sociedad Argentina de Pediatría, la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA) y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial.
Testimonios de las personas privadas de su libertad
Testimonio de R.
R. tiene 53 años y está privado de su libertad en la Unidad N° 1 de Olmos, es supervisor general del Área textil en el Polo Industrial. Relata que le hubiese encantado tener la oportunidad de recibir la cunita cuando nacieron sus hijos “por todo lo que tiene para un bebé recién nacido”. En cuanto al Programa Qunita, sostiene: “Es hermoso. Para un barrio pobre que no tiene nada, es muy beneficioso. Con las personas que yo hablé, lo hacen con esa intención, de ayudar a la gente que está afuera con bajos recursos”. Y continúa: “Por eso yo les recalco que hay que hacer un producto de buena calidad. Hay buena intención. Hablo con muchos que valoran el trabajo que están haciendo. Por ejemplo, si alguno mancha un artículo, otro compañero le dice que hay que tener cuidado porque ese producto es para los chicos”.
RA: ¿Cómo fue que te acercaste e ingresaste al Polo Productivo?
El Polo Productivo comenzó hace dos años. Lo sabía por el boca en boca, me dijeron que iba a venir una especie de proyecto que no sabía bien cuál era. Yo no le daba importancia porque antes hubo un intento de proyecto semejante y al final se fue diluyendo. No sé cuál habrá sido el motivo. Pensé que esto del Polo Productivo iba a ser lo mismo. Después, trabajé en cocina y me llamaron, vine y me hicieron una entrevista. Me preguntaron qué sabía hacer y cuál era la función que podía hacer en función de lo que se iba a hacer acá. Y bueno, les comenté que sabía cortar, diseñar, coser, arreglo de máquinas, mantenimiento. Se sorprendieron y me preguntaron si era verdad, les dije que sí, que esto lo hacía en la calle. Trabajé en plantas textiles donde era encargado y entonces sabía desenvolverme.
Vine acá (al Polo Productivo) y vi que llegaban cajas de máquinas nuevas, de bajo consumo que nunca las había usado afuera. Las que yo usaba eran máquinas de medio caballo de fuerza, pero estas son de bajo consumo y nuevas. Me interesó, vine, instalamos todas las máquinas y empezamos a armar.
RA: Estuviste desde el principio del proyecto…
Sí. Todas las muestras las armamos acá. Armamos todo el proyecto antes de que salga. Me daban los diseños, me decían “hay que hacer esto” y bueno, lo fui cortando y armando hasta que salió el proyecto. Armamos la mesa de corte al frente y después pusimos toda la maquinaria. Ellos se encargaron de la infraestructura. La verdad, cuando vi que había mucha inversión dije “esto está bien, esto va a ser un proyecto”. Había que ver la gente que iba a venir también, porque yo contaba con cinco o seis personas como mucho para el trabajo textil. Pienso que en la unidad o en cualquier lado, nadie quiere trabajar cosiendo porque es un trabajo “de mujeres”, pero esto creció mucho en un año y ahora todos quieren entrar.
RA: ¿Cómo se explica ese crecimiento? ¿Por qué quieren ingresar a trabajar cada vez más compañeros?
Por el beneficio de que tenés un trabajo, lo cobras y porque es un trabajo similar al de la calle. En un principio se organizó de una manera, hay que enseñarle a la gente, capacitarla. Acá se dan cursos, le dan una base y tienen que producir al frente. A los que estaban interesados y tenían ganas de aprender, los pusimos en las máquinas y la verdad nos sorprendió, hay mucha gente que trabajó y aprendió de la nada, la verdad me sorprendió a mí mismo. Ahora que ya tenemos una producción y se están haciendo los productos de una manera, estamos implementando el tema de calidad. Tienen que salir un producto con calidad.
RA: Actualmente, ¿qué rol cumplís acá?
Acá soy supervisor general del área textil. Controlo, por ejemplo, la producción, me preguntan cómo andamos con la producción, qué artículos nos hacen falta. Entonces tengo que estar al tanto de todo eso. Igualmente el Ministerio de Justicia se está manejando muy bien en el sentido de que lo están haciendo con personas calificadas en este rubro, por ahí no tendrán la experiencia pero saben, estudiaron.
A los chicos que están acá, yo les digo esto, porque la mayoría tiene dudas de que si se pierde las elecciones esto se termina. Yo les digo que depende de nosotros. Si nosotros hacemos que funcione, va a seguir. Porque esto es una fuerza, hay maquinaria, hay inversión acá. No se lo pueden llevar si nosotros sabemos aprovecharlo.
RA: ¿Qué elementos conforman el kit? ¿Cuáles producen acá?
La mayoría de los elementos del Qunita se hacen acá, menos el pantalón y el saquito de abrigo, que son de tela plush, y algunos artículos más que se están haciendo en cooperativas u otras unidades. El kit tiene mochila, colchón, sábanas ajustables, bodys manga corta y manga larga, pantalón de jersey, toalla con capucha, babitas, acolchado, frazada, bolsa de guardado, entre otras cosas. Son como 20 artículos y todo se genera en una cadena de producción. Hay que dividir el trabajo, ahora estamos rebasados por la cantidad de pedidos que hay que hacer, hay que entregar 1.400 por semana.
RA: Decías que tenían cada vez más gente trabajando porque por un lado, esto les genera un ingreso y por otro, es como trabajar afuera. ¿Podrías profundizar sobre eso?
Muchos son jóvenes, les digo que esto lo pueden hacer afuera o sino tener un par de máquinas y trabajar de esto porque no hay mano de obra textil. Hay mucha demanda. Entonces hay que aprovechar el momento, porque afuera no te van a brindar lo que nos brindan acá. Te dan máquinas nuevas, te dan un espacio y un horario que tú puedas aprovechar según lo que vos quieras aprovechar. Tienes diversidad de máquinas, tienes cinco o seis diferentes para aprender. Y los artículos que se están haciendo es para que ya sepan armar una prenda. Afuera van a poder dedicarse a este trabajo. El 40% son jóvenes y en su mayoría quieren trabajar de esto afuera, o por lo menos intentarlo. Yo veía que en un principio venían solamente porque tenían que venir, pero ahora los veo muy motivados, vienen ya con un equipo de mate, como un trabajo normal.
RA: ¿Consideras que hay algo que interpela más por tratarse de productos para “los chicos” como decís vos, para los bebés y sus familias?
La gran mayoría no lo dice, pero se le nota en su forma de trabajo. Yo pienso que sí, porque casi la mayoría son de bajos recursos y necesitan de esto. Como te digo… si alguno de mis hijos hubiese podido llegar a tener la oportunidad de este plan hubiese sido muy lindo.
RA: En términos cotidianos, de rutina: ¿hubo cambios con respecto a dos años atrás, cuando no estaba todo esto? ¿Dónde notas diferencias, si es que las hay?
Sí, que acá estás en un espacio distinto a trabajar en otro lado. No te da tiempo a nada, tenés que laburar como en cualquier otro lado de afuera, no podes, no te da el tiempo para estar hablando de tus cosas, de tus problemas. Acá se desclasificó y participaron de todos los pabellones. Vienen a trabajar y hablan de trabajo, de cómo se está haciendo. Hay veces que me sorprenden, que tratan de mejorar cosas que yo pasé por arriba y ellos se dan cuenta y lo mejoran. Está bueno eso porque se ve que están concentrados en el trabajo. Se está llegando a lo que se tiene que llegar, a que salga un producto de primera calidad. Te dan todas las comodidades para trabajar, porque si no tienes insumos, no tienes la maquinaria, obviamente no se llegaría a esto. Había que agradecerle bastante a este proyecto que hicieron, este proyecto que está acá. Y la mayoría desea que esto continúe, y como les digo que la única forma de que esto continúe es por nosotros, si nosotros hacemos que produzca.
RA: ¿Qué aprendizajes te dejó esta experiencia?
Me dejó como experiencia algo nuevo. Estoy trabajando con gente que no sabía nada. En un principio, me iba con dolor de cabeza por todo el movimiento que había acá, pero después lo fui manejando. En realidad el problema era mío porque yo tenía que organizarme y manejarme de otra manera. Aprendí eso, a que tengo que organizarme de otra forma con las personas. Obviamente no todos somos iguales y hay mucha gente distinta en pensamiento, en todo, y la verdad me ayudó bastante, me ayudó a entender a la gente.
Hay muchos que necesitan ayuda y no te lo dicen. Entonces vos les exigís algo y la persona no sabe decirlo. Tuve que aprender a ver cuál es la falla, qué es lo que tiene, interiorizarse de esa persona para poder ayudarlo a ver por qué no puede hacer un trabajo. También me ayudó bastante este trabajo para afuera, por las máquinas nuevas que hay, la infraestructura, el polo industrial es impresionante. Aprendí que hay máquinas para cortar madera, por ejemplo.
RA: Y para algunos de tus compañeros, ¿es la primera experiencia laboral de estas características?
Tal cual. En cuanto al horario, en un principio se dormían y ahora no. Como te digo es como un trabajo. Vos los ves a la mañana con el termo, el mate, algo para merendar. A la tarde, lo mismo. Ya saben en qué horario cortar y es sorprendente. Nos sirve que venga gente como ustedes porque nos motiva que se está haciendo algo bueno acá. Porque sino, no vendría nadie. Eso nos motiva a seguir trabajando con más empeño. Lo estamos haciendo con mucho cariño, para que la gente con bajos recursos sepa valorar lo que se hace. Hacemos lo mejor posible y vamos a mejorar día a día.
RA: Si tenés que decir dos razones por las cuales esta experiencia debería continuar e incluso crecer, ¿cuáles serían?
Este proyecto ayuda bastante, no solamente con Qunita, sino que con la maquinaria que hay acá se puede hacer de todo. Cualquier producto que vos traigas se puede hacer. La industria textil es un oficio que en cualquier país domina los ingresos. También la construcción. Entonces si esto continúa, van a salir en libertad muchas personas habiendo trabajado con este proyecto. Afuera también habría que brindarles otro tipo de apoyo para que esto continúe porque hay mucha gente que nunca tuvo oportunidad de nada, entonces tienen que ir y dedicarse a lo fácil, pero si vos le das herramientas para que puedan vivir de otra forma, la cosa cambia. Este proyecto está muy bueno y ojalá siga. Esto va a ser algo bueno para los que están acá y para que no vuelvan cuando salgan. En sí la mayoría piensa en el mañana, en salir de acá y tener una vida distinta, diferente a la que vivió. Acá hay mucha gente que cambió su forma de ser.
Testimonio de S.
S. tiene 34 años, trabaja en el Polo Productivo desde su comienzo, en noviembre del año pasado. Actualmente se desempeña en el área de lijado. Si bien ya tenía experiencia en carpintería, destaca que en la unidad fue “adquiriendo conocimiento en la parte de lijado. O sea, más conocimiento hasta llegar al punto de implementar técnicas nuevas de trabajo para ir progresando y poder llegar así, como estamos ahora, produciendo en cantidad, en masa”. En relación al espacio de trabajo, destaca: “Lo que importa es que las personas traten de adaptarse a lo que es la cultura del trabajo y a cómo estamos trabajando nosotros para poder, el día de mañana, también ser parte de la sociedad, o sea, no sé cómo decirlo… Reinsertarnos como un trabajador más.”
RA: ¿Y cómo llegaste a trabajar en el Polo Productivo?
Cuando llegué, hace como cinco o seis años atrás más o menos, había expresado el trabajo que yo hacía en la calle: carpintería, pinturería, en un taller mecánico, también como albañil. Entonces me avisaron de este proyecto, me presenté acá, vi cómo era el trabajo y lo saqué en el momento. Así arranqué a trabajar en el Polo Productivo.
RA: Vos ya tenías experiencia laboral pero en este lugar, ¿aprendiste cosas nuevas?
Y desde Qunita sí, aprendí. Se aprende en la reorganización de lo que es la parte productiva. Porque tenía mi trabajo en un sector de carpintería en la calle, pero acá ya estoy más con el orden y la organización. Más allá de lo que sería el trabajo con la madera, o sea, el MDF, fui adquiriendo conocimiento en la parte de lijado. O sea, más conocimiento hasta llegar al punto de implementar técnicas nuevas de trabajo para ir progresando y poder llegar así como estamos ahora, estamos produciendo en cantidad, en masa.
RA: Sí, nos decían que se están produciendo 1400 kits por semana, un montón…
Exacto, sí. Tenemos dos turnos, turno mañana y turno tarde. Nosotros, hablo por turno mañana, estamos produciendo entre 800 y 900 placas por día. Somos aproximadamente entre 25 y 30 personas en el sector de lijado.
RA: ¿Por qué o para qué trabajar acá?
El primer pensamiento que se generó desde el comienzo fue “esto es para la familia”. Lo que estamos haciendo, lo estamos haciendo para la familia. Nosotros nos ponemos como objetivo “esto es para la familia, tenemos que hacer estas cantidades”. Entonces, desde ahí las personas que ingresen, no importa el pabellón, no importa la carátula, no importa esas cosas. Lo que importa es que las personas traten de adaptarse a lo que es la cultura del trabajo y a cómo estamos trabajando nosotros para poder, el día de mañana, también ser parte de la sociedad, o sea, no sé cómo decirlo… Reinsertarnos como un trabajador más. Ser un trabajador más, que vaya con ese pensamiento. Ese es el plan principal que implementamos entre nosotros. Así tratamos de hacer, tratamos de hablar con la autoridad y con el Ministerio también para que nos ayuden con el tema de los informes para trabajar en la calle. Están haciendo cursos, entonces ahí los incluimos, certificado todo eso, para que el día de mañana se presenten en una empresa y puedan decir “mirá yo estoy trabajando, trabajé, este es mi currículum” y tengan un apoyo para poder reintegrarse a la sociedad.
RA: Además de aprender el oficio, generar experiencia laboral para el afuera y certificarla, ¿hay otras razones o motivaciones para participar en el Polo?
Motivaciones, mayormente van todas para el mismo lado, o sea, es siempre tratar de ayudar al ajeno o también a nuestras propias familias; porque a nosotros como experiencia nos sirve para salir adelante, pero también nos ayuda económicamente a que nosotros no dependamos de nuestra familia, podamos tratar de depender de nosotros mismos. O sea, es una ayuda, es como que va de todo de la mano. Además, es la primera vez que se implementa algo así por lo que tengo entendido.
RA: Si pensamos en los contrastes entre todo un día dentro del pabellón y un día de jornada laboral en el Polo, o entre, quienes no están aún trabajando y ustedes que sí lo están haciendo, ¿qué surge?
Se nota el cambio y se nota el entusiasmo de poder ingresar al lugar. Porque ellos ven reflejado el cambio de la persona. Un ejemplo: levantarse a la mañana, prepararse y salir a trabajar. Es como acomodarse, y es el reflejo de lo que ellos quieren hacer. Entonces, es una forma de agarrar y de incentivarlos a ellos también para que salgan, para que no se queden solamente en el pabellón. Porque más allá de estar en el pabellón, de estar privado de la libertad… uno no deja de ser libre, uno puede ser libre en este lugar más allá de los motivos que tenga o el problema que haya realizado. Entonces, es que ellos vean el reflejo y nosotros ser reflejo de ellos, para poder incentivar a las personas.
RA: Tenemos entendido que al principio eran 20 personas y ahora hay cerca de 400 anotadas…
Sí, van pidiendo todos los días. Un ejemplo, yo ahora estoy como referente de lijado. Se entregan audiencias, pero a pilones, 10, 12 por día. Yo quiero trabajar, tengo un sueldo, quiero agarrar y ayudar, quiero aportar mi granito para poder cambiar ese pensamiento que a un montón de personas no le sirven para nada. O sea, hay personas que, desde mi punto de vista, son más libres acá que afuera.
RA: ¿Por qué para vos “son más libres acá que afuera”?
Por el tema de agarrar y poder expresarse, poder hacer lo que uno quiere a momento, a espacio, en cada lugar. Esto para mí fue una revolución en el tema psicológico y también en el tema personal de uno. Es un cambio, como que decís: tengo una meta. Hay que ayudar a que ellos consigan tener esa meta. O sea, no se tiene que perder lo que es la cultura del trabajo.
RA: ¿Cuando hablas de la cultura del trabajo, en qué estás pensando?
Y… porque estoy acostumbrado desde la calle. Como mis padres trabajan, trabajan, trabajan, ¿me entendés? Tratar de llevar el sueldo a la casa, mantener y conseguir todas las cosas. Trabajar, tener un objetivo: salir a trabajar, llegar a casa y saber que la familia tiene que estar bien. Entonces uno genera eso de levantarse a la mañana, prepararse, acomodarse, tener un objetivo en el trabajo, sea cual sea el trabajo y regresar con la familia. O sea, tener esa cultura, que sea continua.
RA: ¿Qué dos razones o fundamentos le darías a una persona para convencerla de que este proyecto productivo tiene que continuar e incluso, crecer?
El motivo principal es ayudar y cambiar el pensamiento. Ser una persona privada de la libertad y obtener trabajo. Seguir manteniendo la dignidad, seguir teniendo una postura buena, tratar de sacar lo malo, desechar lo malo, aceptar lo bueno. El motivo principal sería tener la cultura de trabajo, respeto y la familia. Ese es el motivo. El motivo es pensar que mañana nosotros tenemos que volver a nuestra familia y nuestra familia no tiene que ver una persona que salió de una cárcel, más allá de todas las cosas que se cuentan, porque hay partes que son verdades y partes que son mentiras, más allá de las desgracias que pasan a veces porque sigue siendo una cárcel.
Las personas se van adaptando, hasta yo mismo me sorprendo. O sea, están rompiendo con todo ese pensamiento de lo que es la cárcel y se están adaptando a trabajar. Más cuando uno le va dando motivos para que ellos puedan salir adelante, que es tratar de conseguirles lo que sea: un título, un currículum preparado para el día de mañana, para que cuando llegue a la libertad, no llegue de golpe y no vayan con una mano adelante y una atrás.
Testimonio de A.
A. tiene 48 años y está en el Polo Productivo desde diciembre del 2022. “Me notifiqué que se iba a poner un Polo Productivo por los mismos internos”, sostiene. Comenzó su trabajo en la zona de corte “sin saber absolutamente nada, lo fui aprendiendo a medida que se fueron dando las cosas”. Luego de estar unos meses en ese área, empezó a interiorizarse en las máquinas: “Ahora estoy a cargo de una máquina recta. Es mi función en la parte de zunchos de seguridad para la cunita”.
RA: En tu caso, era la primera vez que tenías contacto con las herramientas y este tipo de tareas que aprendiste acá. ¿Cómo fue ese proceso de formación previa?
Sí. Haces un curso previo. Yo inclusive lo terminé a medida que iba trabajando. Hay gente que arranca el curso antes de empezar a trabajar. Venís dos veces por semana durante dos horas. Hay una profe que nos enseña a coser, a tener conocimiento de las máquinas, enhebrarlas y demás. Después hay otro profe que da un curso que se llama “Habilidades para emprender”, que más o menos te encamina en lo jurídico, en cómo iniciar un microemprendimiento afuera, las bases que hay que tener, las reglas, etc. Uno es más práctico y otro más teórico.
RA: Por lo que decís, es bastante integral la formación y sirve para la tarea cotidiana que hacés acá pero también ¿te permite pensar en otras posibilidades?
Sí. A futuro podés tener tu microemprendimiento tranquilamente. Que sea tuyo, propio.
RA: Además del aprendizaje del oficio, la formación para eso… ¿cómo crees que impactó, a vos, a tus compañeros, venir a trabajar al polo?
Te abre la cabeza, te lleva a pensar de otra manera. Te desenchufás del sistema carcelario. También es muy bueno pensando en el afuera, salís con un oficio. Además del Qunita, me dan la oportunidad de anotarme en un curso. Me anoté en una tecnicatura textil que es un curso terciario de tres años. Eso tiene que ver con lo que estoy haciendo en el día a día. Está muy bueno.
RA: O sea que trabajás y estudiás…
Sí. Me combina todo. Salgo 7 de la mañana del pabellón, entro a las 8 hs en Qunita hasta las 13 hs. A las 15 hs arrancó la tecnicatura hasta las 20 hs que vuelvo al pabellón. Todos los días, de lunes a viernes y son tres años. Está muy bueno. Aparte salís del pabellón. Creo que el encierro de por sí es feo para cualquier persona. Tener la mente ocupada en otra cosa te abre posibilidades tanto para beneficio personal como para el afuera. Yo pienso que de un lugar como este (los pabellones), nada bueno te podés llegar a llevar. Entonces tenés que ir rescatando estas oportunidades.
RA: ¿El clima acá contrasta con la dinámica y cotidianeidad de los pabellones?
Totalmente. En el trato te vas conociendo con otra gente. Manejas el mismo idioma porque nos damos una mano, o sea, laburamos en cadena. Siempre digo que estando en un pabellón, viene el conflicto. El detenido ya sale del pabellón pensando que te están dando un beneficio al sacarte de ahí, te dan la posibilidad de trabajar en un polo, de hacer un curso. Trabajamos de lunes a viernes y ahora estamos trabajando los sábados, porque muchas veces hay trabajo atrasado en algunos sectores y se hace bajar la gente los sábados también.
RA: ¿Y cuando les contas a tus compañeros de todo el trabajo que se hace acá. ¿Se entusiasman?
Sí, inclusive para venir a hacer cursos, Olmos te da la posibilidad de hacer varios cursos fuera de lo que es Qunita. Y en Qunita, además, está el incentivo.
RA: Si vos tenés que decir dos razones por las cuales este espacio de trabajo y formación debe continuar e incluso crecer, ¿cuáles serían?
Les diría a los demás internos que se acerquen, que prueben, que esto te abre la cabeza, que te da la posibilidad de un futuro y aparte estás ayudando. Indirectamente estás ayudando a la sociedad y qué bien que lo estén haciendo los detenidos, que siempre es como que estuvo restringida esa parte, por excluirnos. Somos seres humanos y podemos llegar a tener una nueva oportunidad.
RA: Para cerrar, ¿qué significó/a esta experiencia para vos?
Significó para mí, sentirme útil, no aflojar, buscar la calle. El seguir luchando para volver con mis hijos o mi familia, el adquirir conocimiento y experiencia para inclusive armar un microemprendimiento en un futuro o poder enseñar lo que he aprendido. Reinsertarme de nuevo en la sociedad y seguir para adelante, de eso se trata la vida misma.
Polo industrial en la Unidad N° 8 de Los Hornos
La Unidad Penitenciaria Nº 8 de mujeres está ubicada en la localidad de Los Hornos, La lata. Allí funciona un Polo Industrial donde más de 30 mujeres confeccionan elementos textiles del programa “Qunita Bonaerense – Nacimiento con Equidad”. A su vez, en dicho espacio de trabajo se está planificando la creación de una marca propia de ropa.
Testimonios de las personas privadas de su libertad
Testimonio de A
A. tiene 55 años y estuvo detenida en la Unidad Penitenciaria N° 8. Hoy se encuentra en libertad, estudia Derecho, trabaja en su propio taller de costura y también en el MJyDDHH coordinando el taller del polo productivo de la UP 8. Sobre esta experiencia, señala: “para mí tendría que ser obligatorio, no tiene que estar nadie encerrado en los pabellones, tienen que salir y hacer cosas porque es otra manera de pasar el tiempo acá adentro, pero también es otra manera de enriquecerse como persona” y agrega, que “el tiempo que perdí no lo voy a recuperar, pero el tiempo que voy a tener en adelante lo quiero ganar. Me quiero nutrir de otras cosas, de otras personas, de ver cómo cambió la vida porque para mí es todo nuevo.”
RA: ¿Desde hace cuánto estás trabajando en el Polo Productivo de esta unidad y cómo fue que empezaste a participar?
Al estar detenida arrancamos con las chicas de la marca Malas Lenguas, que va a salir próximamente. Cuando recupero la libertad, me contactan desde el Ministerio y me ofrecen trabajar en el polo. Yo soy costurera desde hace muchos años y empecé a venir, a organizar a las chicas, a enseñarles cómo tenían que enhebrar las máquinas, coser, armar las prendas y demás. Al principio éramos seis y de a poquito se fueron sumando. Así fue como empecé yo acá. Ahora en diciembre van a ser dos años que estoy, desde que arrancó Qunita, desde antes, porque arrancamos con el tema de la marca, hasta que empezaron a entregar las telas y los cortes, porque todo arrancó en noviembre. Primero arrancó Olmos, fue todo un proceso y acá se arrancó en febrero. En ese tiempo, mientras tanto, fui entrenando a las chicas con productos de la marca. Fuimos haciendo las remeritas que era algo más sencillo y arrancando de a poquito. Actualmente, mi tarea es coordinar a las chicas.
RA: ¿Qué niveles de producción están teniendo? ¿Cuántas personas están participando del taller?
2000 prendas por semana estamos haciendo… Al principio eramos 6, y ahora son cerca de 30 chicas las que están trabajando y 19 que están haciendo el curso de capacitación.
RA: Y ese crecimiento, ¿a qué se debe?
El entusiasmo viene porque todas quieren trabajar, pero obviamente como todo ser humano… las necesidades. El entusiasmo viene por el pago, porque si vos vas a trabajar y no tenías una retribución, viste… y si encima te retan, te enseñan, te guían y toda la historia, o sea, nadie quiere bajar la cabeza ante nadie. También tenés personas que vienen a descolgar y no les importa el pago, por ejemplo.
RA: ¿Para algunas compañeras es su primera experiencia de trabajo?
Sí. La mayoría es la primera vez que trabaja. O sea, tenés contadas con los dedos de la mano las que han trabajado. Acatar normas y reglas también cuesta. Pero acá se les enseñó la moldería. Se les enseñó una estrategia de trabajo a futuro, o sea, se le dieron muchas herramientas para que después las puedan utilizar. Están preparadas. Hay gente que va a seguir y hay gente que bueno, o sea, es como todo… También depende del afuera, con lo que vos te encuentres porque no es fácil al salir. Yo salí y tenía el taller armado en mi casa, porque ya vengo de hace muchos años dedicada a esto. Entonces las herramientas las tenía, pero vos salir a coser a tu casa, si no te dan las herramientas, no te dan una máquina, ¿cómo hacés? Tenés que ir a trabajar a un taller que esté armado.
RA: Entonces, ¿funcionan dos emprendimientos acá: el taller de Qunita y un proyecto de diseño e indumentaria?
Sí, tendría que empezar a funcionar el otro también próximamente. Ahora está funcionando Qunita a pleno y la marca está preparándose para arrancar la producción después de la presentación. Todavía no se puede producir porque no está oficialmente presentada la marca. Es un proyecto en el que se empezó con el tema de elegir el nombre de lo que va a ser la marca, de qué diseños querían hacer las chicas, qué tipo de ropa… porque todo se eligió así.
RA: Del programa Qunita, ¿qué se confecciona específicamente en el polo de Los Hornos?
Cuando arrancamos hacíamos todo menos lo que era colchones, se hacían bodies manga corta, manga larga, los pantaloncitos de algodón y se hacía todo lo que es el plush y los gorritos. Después, de a poco, cuando se fueron abriendo otros Polos Productivos nos fueron abocando a ciertos productos que eran los más difíciles. Ahora estamos solamente con el plush: todo lo que es pantalón y camperita de plush.
RA: ¿Todos los días vienen las chicas?
Todos los días, de 7:30 hs de la mañana hasta 15:30 hs de la tarde.
RA: Más allá de tu trabajo actual en el Ministerio, vos estuviste privada de la libertad en esta UP, ¿qué te motivó a volver a este lugar?
Estuve mucho tiempo acá y te queda una pequeña familia. La mujer morochita que está en una de las máquinas, para mí es más que mi compañera, más que una amiga, se va a ir a vivir conmigo, es como mi hermana. Eso fue lo que me trajo y el ayudar a las chicas. Vengo a brindar mi taller, a acompañarlas, porque sé lo que es estar acá adentro. A veces me canso y mi cabeza dice “basta de cárcel, basta de escuchar problemas”. Ahora ya no reniego con las chicas, al principio sí, pero bueno… A veces digo “si no voy más, no voy a saber nada de las chicas”. Es una pelea porque también quiero cortar con esto, como que ya quiero arrancar mi vida desde otro punto y siempre es como que volvés…
RA: Teniendo en cuenta tu recorrido, ¿qué balance hacés de esta experiencia?
Tendría que ser más grande, tomar más gente y ser obligatorio, porque las chicas cambian los pensamientos. Para mí el trabajo y el estudio te cambian la cabeza. No estás detenida, tu mente se libera, no pensas en el día, no pensas en el tiempo, se te va la hora más allá de lo que sea plata, porque el estudio no te da plata, te va a dar plata más adelante pero riqueza en otras cosas. Para mí tendría que ser obligatorio, no tiene que estar nadie encerrado en los pabellones, tienen que salir y hacer cosas porque es otra manera de pasar el tiempo acá adentro, pero también es otra manera de enriquecerse como persona. Yo sigo estudiando abogacía y mi pareja me dice: “te vas a recibir y ya vas a ser viejita”, no me importa, pero es para mí. El tiempo que perdí no lo voy a recuperar, pero el tiempo que voy a tener en adelante lo quiero ganar. Me quiero nutrir de otras cosas, de otras personas, de ver cómo cambió la vida porque para mí es todo nuevo.
Las chicas tienen que tener otra experiencia y si nunca trabajaron, si nunca estudiaron… Con estas actividades te vas a evitar peleas, evitas un montón de cosas. Lo que pasa es que no hay espacio para tantas, ni en la escuela ni en los cursos ni en el trabajo.
RA: Si tuvieras que dar dos razones por las cuales mantener este espacio, ¿cuáles serían?
Lo que la gente quiere es que las personas que están acá o se pudran o se reinserten. Entonces bueno, si quieren que esas personas se reinserten hay que ayudarlas, porque vos los metés acá y te olvidás que hay gente acá adentro. Esto no es una industria de personas que tienen que salir a delinquir. Estas son personas que no tienen que salir a delinquir. Si se equivocaron, y vos le estás criticando que se equivocaron, y les estás diciendo que se pudran ahí adentro… tirale una soga para que salgan bien. Y no es solamente acá, afuera también, si no hay trabajo, si no hay estudios, si no hay posibilidad, obvio que la gente tiene que comer… Digo, si no tenes nada, ¿qué haces? Y encima el alquiler, ¿qué haces? Hay que ayudar. Yo no digo que le regales nada, pero dale trabajo y si acá hay trabajo, bueno… que se siga manteniendo. Entonces las chicas agarran una cultura, porque esto falta; hay falta de cultura, de educación, de amor al trabajo, de amor al estudio, porque yo también estoy detenida pero me enseñaron a estudiar, a trabajar y siempre trabajé. Vas a fijarte en mi legajo y trabajé desde el día uno, entré limpiando una cocina y salí dejando un taller armado, pero porque me gusta, porque tenés una cultura, te enseñaron a trabajar y es lo que hay que enseñarle a las chicas. Por eso digo que tendría que ser obligatorio que salgan a trabajar, pero tienen que tener en qué trabajar.
RA: ¿Algo más que nos quieras contar o que quieras agregar?
No, simplemente que no se rindan, que hay posibilidades, que hay gente que ayuda. A mí me han ayudado muchísimo.
Testimonio de E.
E. tiene 46 años, integra el Polo desde “el minuto cero que empezó todo”, por lo cual asistió al proceso de crecimiento del espacio, que inició con 6 personas y actualmente nuclea alrededor de 30 mujeres. Acerca de las causas de ese incremento en la participación, expresó: “La mayoría de las chicas lo hacen porque hay muchas que no tienen visitas. Entonces, como es algo remunerativo, de esa manera ellas pueden llegar a obtener el dinero y pasárselo a la familia para que les traiga sus cosas. Esa es la realidad. También está bueno todo lo que aprenden, porque de esa manera también saben que si van a la calle, trabajan, pueden ganarse el dinero y pueden gastarlo, pero eso es de su trabajo, de su esfuerzo”.
RA: ¿Qué tareas hacés en el taller?
De todo. Collareta, overlock, recta. Coser en todas las máquinas desde saquito, body, pantalones, gorritos también, de todo. Yo ya tenía conocimientos de costura. Se hizo un curso de moldería, lo hicimos con la profe y ahí aprendí a cortar y a medir, a hacer moldes y patrones.
RA: Ah, aprendiste más de lo que ya sabías…
Exactamente, sí. Yo conocía mucho las máquinas familiares, pero no las industriales. Con las máquinas industriales ahora coso rápido, ya le agarré la mano. A 4.500 revoluciones, al máximo lo uso.
RA: ¿Ya habías tenido otros trabajos semejantes?
Sí, siempre trabajé, toda mi vida, desde los 8 años. En la calle trabajaba de servicio doméstico, daba apoyo escolar a los chicos de mis vecinas. Iba a lavar, planchar, siempre buscándome… Así que, imposible no tener conocimiento de lo que es un laburo. Soy muy responsable, cuando tomo una responsabilidad me gusta poder tenerla y hacerlo porque para eso das tu palabra. Creo que la palabra es lo fundamental acá y en todos lados. Si uno se compromete, debe cumplir.
RA: Para el resto de las chicas que sí es su primera experiencia de trabajo así, ¿cómo crees que impacta este proyecto?
Y está bueno, como pasa en cualquier trabajo… cuando tenés reglas para cumplir, eso te da una conducta a seguir. No podes manejarte como querés y muchas de las chicas están acostumbradas a no hacerlo. Entonces, este es su primer trabajo legal, como quien dice, entonces de acá aprenden. También eso está bueno, porque les dan una manera de aprender, una conducta a seguir que no es que se puedan manejar solas, sino que hay alguien a cargo que te dice “bueno, a tal hora trabajas y a tal hora te vas, tenés que hacer esto y esto”. Y esa es la manera también de guiarlas y enseñarles lo que es un trabajo.
RA: Y el taller viene creciendo, nos decían…
Si, muchísimo. Éramos 6 u 8 cuando empezamos y ahora somos 30, 31. Somos un montón.
RA: ¿Por qué crees que logró crecer?
La mayoría de las chicas lo hacen porque hay muchas que no tienen visitas. Entonces, como es algo remunerativo, de esa manera ellas pueden llegar a obtener el dinero y pasárselo a la familia para que les traiga sus cosas. Esa es la realidad. También está bueno todo lo que aprenden, porque de esa manera también saben que si van a la calle, trabajan, pueden ganarse el dinero y pueden gastarlo, pero eso es de su trabajo, de su esfuerzo. No es fácil, a veces una está cachucha, como quien dice, porque la espalda te duele, las piernas te duelen porque son muchas horas sentadas. Pero está bueno que lo aprendan también y de esa manera, con su sacrificio, es que se pueden ayudar a ellas mismas aparte de a su familia.
RA: Son varios los motivos para estar trabajando acá, entonces, ¿algo más que quieras agregar sobre eso?
Para mí, sinceramente, es la primera vez que me pagan. Yo llevo 14 años detenida acá, es la primera vez que me dan dinero a cambio de mi trabajo. Y siempre trabajé en costura, trabajé de todo porque lo importante es tener el conocimiento de salir. Primero que acortás el tiempo acá adentro, aprendes algo y es un oficio. Un oficio que en la actualidad está muy necesitado afuera porque no hay costureras, por ejemplo. El saber hacer arreglos, cambiar cierres, hoy en día no hay mucha gente que haga eso y hay mucha demanda.
RA: ¿Cómo crees que este espacio afecta a la cotidianeidad o la rutina de estar acá?
Y sí, cambia totalmente en ese sentido. Cambia el tiempo perdido, en el que no hacían nada, y hoy en día lo utilizan para hacer algo. Aparte de aprender, porque no es fácil tampoco aprender a coser a máquina. Todo lleva su tiempo… Después la costura sale, pero tenés que conocerla y cuesta al principio, pero sí hay un cambio.
RA: Hablas del “tiempo perdido”, ¿acá se gana? ¿lo transformás?
Sí, lo ganas. Ganas en experiencia, esa es la idea. La experiencia de saber que vos podés salir. Lo importante de Qunita es que cuando vos salís de acá, te hacen un currículum y te ponen, por ejemplo, overlockista 120 horas en máquina. Collareta, lo mismo. Y recta. Entonces te hacen un currículum donde vos ya tenés una experiencia laboral que no dice que sale desde el Servicio Penitenciario ni nada de eso. Eso está bueno, porque es una manera de ayudar a la persona que está detenida y que cuando salga tenga un currículum, y pueda decir: “bueno, no estuve tanto tiempo haciendo nada, hice algo productivo en mi vida”.
RA: ¿Crees que hay una interpelación especial por el producto que hacen, es decir, que sea un kit destinado a bebés y familias?
Sí. El orgullo de saber que hay mamás que no tienen nada y que se lo estás dando para esa criatura. Yo soy creyente, y siempre le pido a Dios que a través de esa ropa bendiga a la familia y que no les falte nada. Así que eso está bueno, porque de esa manera también se ayuda. Inclusive acá hubo compañeras mías que sus nueras, o sus hijos/as, han tenido familia y en el hospital le han dado el kit. Y qué orgullo es para una madre decir “bueno, mi nieto tiene tal cosa, la hice yo”. Eso está bueno también, cómo que cierra un círculo. Al principio, Qunita era como la nada misma, eran todos proyectos y promesas. Yo no creí que iba a pasar, sinceramente, siempre lo digo. Y sin embargo nos sorprendió, nos sorprendió para bien.
RA: Para cerrar, si tuvieras que convencer a alguien con dos razones para que este espacio continúe e incluso crezca, ¿cuál serían?
La primera y principal es el ayudar al prójimo. Y una manera también de que la sociedad vea…. Porque las personas detenidas somos marginadas, somos los marginados de la sociedad. Dicen que no hacemos nada. De esta manera, la sociedad puede ver que hay gente que quiere cambiar su manera de vivir y puede apostar a seguirlo, aprendiendo un oficio y ayudando a los demás. Porque es un trabajo digno también el ser costurera. Y la otra es seguir manteniendo el espacio para que la gente que está acá, se haya equivocado o no, pueda aprovechar este espacio y aprender un oficio, porque afuera tampoco es fácil aprender, no lo tenés al alcance de la mano. Esa es la idea.
Testimonio M.A.
M.A. tiene 63 años y participa en el polo productivo desde mitad del 2023. Es estudiante del Profesorado de Historia y cursa la Tecnicatura de Cooperativas y Mutuales. Al indagar sobre sus motivos para que este proyecto productivo continúe, señaló que “te abre un panorama distinto para salir a la calle. Y lo otro (…) es ocupar el tiempo. Acá hay muchas horas, no hacer nada te quema el bocho (…) Pertenecer a esto me encanta. Estando presa, me parecía impensable”.
RA: En primer lugar, ¿podés contarnos cómo llegaste a formar parte de este programa?
Acá en Qunita (al Polo), llegué en mayo y habré empezado los primeros días de junio de este año. Me costó abrir la Cuenta DNI y ahora tengo el primer sueldo depositado esperando que se libere. Yo venía de Magdalena, donde también trabajaba en costura. Siempre trabajé en costura. Desde afuera, en la calle, también. Pero acá en producción fue totalmente diferente. Me encontré con máquinas más nuevas de lo que yo estaba acostumbrada. La verdad es que es un ambiente muy lindo, es muy gratificante venir. No falto nunca.
RA: ¿Y por qué te resulta gratificante venir?
Porque no estoy arriba, no estoy adentro de la celda. Aparte el ambiente es lindo. Uno puede bajar, escuchar su música. Yo trabajo y me libera… Siento eso, que estoy en un ámbito donde a mí me deja ser. No tengo nadie que me esté hostigando, no tengo problema con nadie. Es otro clima totalmente, más distendido.
RA: ¿Qué tarea específica hacés?
Ahora estoy con la máquina recta haciendo las terminaciones, porque dicen que soy muy prolija. Creo que la semana que viene o la otra empieza el curso de capacitación, en el que me van a dar más o menos lo mismo que estoy viendo en tecnicatura: cómo comercializar, cómo administrar, ese tipo de cosas. Todo lo que es emprender, que por supuesto nos sirve para un proyecto afuera, cuando salga. ¡Si es que salgo con la edad suficiente como para poder hacerlo!
RA: Antes, ya habías trabajado en costura. Tuviste una experiencia en la Unidad de Magdalena incluso…
Sí, yo no utilizaba ni la Overlock ni sabía cómo era la collareta. Y acá ya las estoy utilizando sin ningún tipo de problema. Sin que me tengan que indicar demasiado, porque son máquinas, no dejan de ser máquinas.
RA: Y además de aprender a usar una máquina distinta, ¿te deja otro aprendizaje pasar por este proyecto productivo?
El compañerismo, principalmente, el compañerismo. Las mismas compañeras te ayudan a aprender a enhebrar la máquina, algo que yo no sabía. Por ejemplo, la Overlock todavía no la entiendo y lleva cuatro hilos. Para mí es chino básico. Y bueno, ese tipo de cosas que a lo mejor en otro lugar no sé si habrá, porque siempre fui independiente. Pero trabajar así en producción es la primera vez.
RA: Esto que mencionas del compañerismo, de enseñar y aprender unas de otras, crea un clima, una lógica diferente…
Sí, totalmente. Por eso decía, acá me siento libre. Acá la encargada es un amor. Las compañeras y las colaboradoras, las que ya llevan más años acá en Qunita, todas son muy buena onda. Todas están abiertas para charlar, para poder ayudar y todo lo que puedas necesitar. Es más, me ayudaron a abrir la Cuenta DNI, que yo no sabía ni cómo hacerlo. Incluso las encargadas que vinieron de documentación me ayudaron. En dos minutos me la sacó, cuando yo había probado 10 veces por lo menos.
RA: Tu caso es distinto porque ya venías con experiencia laboral afuera, pero quizás para algunas compañeras sea su primera vez, ¿no?
Por lo que yo te puedo decir de acá, de mis compañeras que antes no trabajaban en la calle, están contentas con Qunita. Es difícil a veces la continuidad, a veces tienen sanciones y entonces faltan. Y acá es mucho la conducta, la perseverancia, el respeto hacia la jerarquía. Eso se ve mucho acá en un lugar de encierro, por supuesto. Acatar órdenes, mostrar respeto, todo ese tipo de cosas lo tenés que hacer.
RA: ¿Qué significa para vos formar parte de esta experiencia?
Es muy incentivador. Porque vos estás en cana. Estar en cana es estar en el pabellón haciendo lo que puedas y lo que te permitan las jefas o las encargadas. Y si no haces nada, ¿qué haces? Eso siempre me pregunto yo. Yo creo que me muero. Yo soy muy activa, no puedo parar. Y sino me pongo a tomar sol y a escribir o leer, pero no puedo estar encerrada en una celda. Para mí eso es morirme en vida. Aparte es muy gratificante trabajar en lo que es para bebés. El otro día estábamos mirando lo de la marca Malas Lenguas, participé en las fotos, probándome la ropa con las chicas. Es un ida y vuelta muy fluido y muy gratificante. Me hace bien. Me hace bien saber que los chicos también están haciendo la otra parte de los trabajos. Pero bueno, lo que nosotras hacemos, yo al menos, lo hago con todo mi amor. Pertenecer a eso me encanta. Estando presa me parecía impensable. Al menos desde Magdalena esto era impensable para mí.
RA: Para cerrar, si tuvieras que convencer a alguien con dos fundamentos, dos razones para que este espacio continúe e incluso crezca, ¿cuáles serían?
Es justamente eso, crecer personalmente. Yo venía con la máquina recta nada más y acá estoy haciendo producción, usando máquinas que no había utilizado y las agarré al toque. Las chicas que veo que tampoco sabían, les agarran la mano enseguida. Eso está muy bueno, porque te abre un panorama distinto para salir a la calle. Y lo otro que les diría es ocupar el tiempo. Acá hay muchas horas, no hacer nada te quema el bocho, tenes que salir de pensar siempre en tu causa, en la causa de las otras….